China pidió paz y estabilidad en Siria, mientras crece la amenaza de los rebeldes uigures dentro de una coalición liderada por islamistas, responsables del derrocamiento del gobierno de la nación árabe, que ahora buscan intensificar su lucha contra el gobierno chino.

El pedido de estabilidad de China en Siria

El Partido Islámico de Turkestán, anteriormente denominado Movimiento Islámico del Turkestán Oriental (ETIM), fue una de las numerosas facciones insurgentes que participaron en la ofensiva de 11 días que culminó con la caída del presidente sirio Bashar al-Assad y el fin de más de cinco décadas de gobierno familiar.

Una campaña renovada contra China podría agudizar las tensiones geopolíticas relacionadas con la creciente actividad militante en Asia, obligando al presidente Xi Jinping a enfrentar uno de los desafíos más delicados para la seguridad interna de su país.

Formado mayoritariamente por uigures, un grupo étnico turcoparlante y predominantemente musulmán originario de la extensa región de Xinjiang, en el noroeste de China, el Partido Islámico de Turkestán busca establecer un estado separatista uigur islamista denominado “Turquestán Oriental”. Desde finales de los años 90 hasta principios de la década de 2010, el ETIM condujo una violenta campaña en la región.

El conflicto entre China y los rebeldes uigures

Tras una severa represión de las fuerzas de seguridad chinas, frecuentemente acusadas por Occidente de oprimir a la minoría uigur, varios integrantes del Partido Islámico de Turkestán se unieron a yihadistas que combatían al gobierno sirio en la guerra civil iniciada en 2011.

Originalmente concentrados en la provincia noroccidental de Idlib y sus alrededores, los combatientes de la rama siria del Partido Islámico de Turkestán, incluido el comandante Abu Mohammed, ahora avanzan por las calles de Damasco y otras ciudades importantes. Han difundido imágenes exponiendo sus reclamos respecto a Xinjiang y advirtiendo sobre el uso de armamento capturado al ex Ejército Árabe Sirio contra China.

“Con el permiso de Dios, su poder y fuerza, los infieles chinos pronto probarán el mismo tormento que probaron los infieles del Levante”, afirmó el Emir del Partido Islámico de Turkestán, Sheikh Abdul Haq al-Turkestani, en una declaración difundida por el grupo la semana pasada.

La postura de China en Medio Oriente

Hasta el momento, Pekín ha optado por una postura prudente. En un contexto donde China busca expandir su influencia en Oriente Medio, fortaleciendo vínculos con el gobierno de Assad y manteniendo abiertas las puertas a una posible relación con la nueva administración liderada por la facción islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS), las autoridades chinas están promoviendo una transición pacífica.

“El futuro de Siria debe ser decidido por el pueblo sirio”, declaró a Newsweek el portavoz de la Embajada de China en Estados Unidos, Liu Pengyu. “Esperamos que las partes pertinentes encuentren un acuerdo político para restablecer la estabilidad y el orden en Siria para el interés fundamental y a largo plazo del pueblo sirio”.

La caída de Assad en Siria representa la segunda ocasión en unos tres años en que el Partido Islámico de Turkestán contribuye a derrocar un gobierno inmerso en una guerra civil. Este grupo también respaldó a los talibanes en su prolongada campaña contra el anterior gobierno afgano, que colapsó durante la retirada militar estadounidense en agosto de 2021.

China ha expresado previamente su inquietud por la presencia del Partido Islámico de Turkestán en Afganistán, país vecino de Xinjiang. Aunque Pekín aún no ha reconocido formalmente al gobierno talibán, sus funcionarios mantienen interacciones regulares con los líderes afganos en temas relacionados con comercio y seguridad.

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Redacción
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