El cambio climático está provocando cambios significativos en el Ártico que podrían llegar a ser irreversibles si esta tendencia persiste. El último informe de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) confirma esta realidad, destacando los recientes cambios y su impacto en el clima global, los ecosistemas y las comunidades del Ártico.
Geográficamente, el Ártico abarca la región situada al norte del Círculo Polar Ártico, con una extensión de 20 millones de kilómetros cuadrados. Está compuesto por tierra, mar y hielo, con dos tercios correspondientes a océanos. En términos geopolíticos, incluye a ocho Estados: Canadá, Dinamarca (Groenlandia), Finlandia, Islandia, Noruega, Rusia, Suecia y Estados Unidos (Alaska), siendo Canadá y Rusia quienes poseen mayor territorio.
Temperaturas anormales
Las anomalías térmicas en el Ártico, una de las regiones más afectadas por el cambio climático, han superado el promedio mundial. Entre el otoño de 2023 y el verano de 2024, se registraron las segundas temperaturas superficiales más altas desde 1900, con anomalías de 1,2 °C por encima de la media de 1991-2020. En agosto de 2024, el norte de Alaska y Canadá alcanzaron temperaturas récord de hasta 35 °C, superando los 33 °C registrados en 2023.
Pérdida de hielo
En otoño e invierno, la extensión del hielo marino permaneció por debajo, aunque cercana, a la media. Sin embargo, en septiembre de 2024, durante la temporada de deshielo, se registró la sexta extensión más baja desde que existen registros en 1979. La pérdida de hielo marino, especialmente de las capas más antiguas y gruesas, sigue una tendencia sostenida que amenaza la estabilidad del ecosistema polar.
La capa de hielo de Groenlandia también experimenta un retroceso alarmante. Durante 2024, la descarga de hielo al océano estuvo por encima del promedio de 1991-2020. Según un estudio publicado en Nature, entre 1985 y 2022, la capa perdió alrededor de 5.000 kilómetros cuadrados de hielo. Este fenómeno no solo afecta los ecosistemas polares, sino que contribuye al aumento del nivel del mar.
El informe también advierte sobre el impacto del deshielo en los hábitats y las fuentes de alimento, el incremento del tráfico marino vinculado a la explotación de recursos, y los riesgos para la seguridad del Ártico. En 2008, el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) estimó que el Ártico podría albergar entre 44 y 157 mil millones de barriles de petróleo no descubierto y hasta 2.990 billones de pies cúbicos de gas natural.
Permafrost y el ciclo del carbono
El permafrost, suelo que permanece congelado por al menos dos años consecutivos, contiene carbono orgánico acumulado a lo largo de milenios. Sin embargo, las altas temperaturas, como las registradas recientemente en Alaska, están acelerando su derretimiento. Este proceso libera gases de efecto invernadero, como dióxido de carbono y metano, además de metales y sustancias tóxicas que contaminan las fuentes de agua dulce, con efectos para la biodiversidad y las comunidades locales.
En 2024, los incendios forestales aumentaron las emisiones de carbono, convirtiendo al año en el segundo con mayores emisiones en el Ártico. En junio, un reporte del Copernicus de la Unión Europea alertó sobre la creciente intensidad de los incendios en Siberia, Rusia. Como resultado, algunas zonas del Ártico han dejado de actuar como sumideros de carbono y se han convertido en fuentes de emisiones.
Nuevos espacios de cooperación
La acción climática encuentra inspiración en las prácticas ancestrales de las comunidades indígenas. Sus conocimientos y estrategias sostenibles ofrecen enfoques valiosos para la conservación del ecosistema y la biodiversidad del Ártico. Un ejemplo destacado es el de los Inuit en Canadá, quienes contribuyen a investigaciones académicas y trabajan para ampliar las áreas protegidas en el norte del país.
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