Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, ha vuelto a proponer la compra de Groenlandia, retomando un tema que ya generó tensiones diplomáticas durante su primer mandato. En un reciente anuncio, Trump aseguró que el control estadounidense de la isla es “una necesidad absoluta” por motivos de seguridad nacional y libertad global, lo que ha provocado reacciones tanto en Dinamarca como en Groenlandia, las cuales rechazan categóricamente la idea.
Dinamarca no aceptaría la compra de Groenlandia
Groenlandia, una isla estratégica entre los océanos Atlántico y Ártico, obtuvo su autogobierno de Dinamarca en 1979. Aunque alberga una importante base militar estadounidense, su primer ministro, Múte Bourup Egede, fue contundente al reiterar que “Groenlandia no está a la venta y nunca lo estará”.
El experto Stephen Farnsworth, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Mary Washington, señala que estas propuestas se alinean con el estilo negociador de Trump, quien frecuentemente plantea demandas extremas para obtener concesiones menores: “Lo que Trump quiere es una victoria. Aunque no logre ondear la bandera estadounidense sobre Groenlandia, puede presionar a los europeos para obtener otras concesiones”.
Trump quiere también el Canal de Panamá y Canadá
En paralelo, Trump ha amenazado con retomar el control del Canal de Panamá, cedido a ese país en 1999 tras un tratado firmado por Jimmy Carter. El presidente panameño, José Raúl Mulino, respondió afirmando que “cada metro cuadrado del canal pertenece a Panamá y seguirá siendo así”, mientras Trump avivaba la controversia publicando imágenes de una bandera estadounidense en el canal acompañada de la frase: “¡Bienvenidos al Canal de los Estados Unidos!”.
Asimismo, sus recientes declaraciones sobre Canadá, incluyendo la posibilidad de anexarlo como el estado número 51, han generado preocupación. Aunque el primer ministro Justin Trudeau restó importancia a la propuesta, la reunión entre ambos en Mar-a-Lago destacó las tensiones por posibles aranceles estadounidenses del 25% sobre productos canadienses.
Farnsworth interpreta estos movimientos como parte de una estrategia de presión para obtener ventajas comerciales y diplomáticas: “Al plantear demandas irrazonables, Trump busca desequilibrar a sus interlocutores y negociar desde una posición de fuerza”.
Con su toma de posesión prevista para el 20 de enero, las polémicas generadas por Trump anticipan un mandato lleno de desafíos en las relaciones internacionales. Su estilo agresivo, ya evidente en su primera presidencia, parece estar configurando nuevamente las dinámicas diplomáticas con aliados clave.
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Fuente: Associated Press