La OTAN ha anunciado un incremento en su presencia militar en el mar Báltico como respuesta al presunto sabotaje a un cable submarino que conecta Finlandia con Estonia. Este incidente, ocurrido el día de Navidad, ha intensificado las preocupaciones sobre la seguridad de las infraestructuras críticas en la región, en un contexto de creciente actividad marítima sospechosa.

El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, expresó su solidaridad con Finlandia y aseguró que la alianza está dispuesta a apoyar las investigaciones en curso. El ministro de Defensa estonio, Hanno Pevkur, destacó la determinación de su país de proteger estas infraestructuras con recursos tanto militares como civiles, mientras se mantiene una estrecha coordinación con Finlandia y la OTAN.

En tanto, Estonia ha iniciado patrullas navales cerca del cable Estlink 1, que suministra electricidad desde Finlandia, como medida preventiva ante posibles ataques.

Sospechas sobre la “flota fantasma”

La investigación finlandesa ha señalado al petrolero Eagle S, enarbolando bandera de las Islas Cook, como posible responsable del daño al cable submarino. Este buque pertenece a la llamada “flota fantasma”, compuesta por embarcaciones que transportan petróleo ruso embargado debido a las sanciones internacionales. Según Sami Rakshit, director general de la aduana finlandesa, se sospecha que el ancla del Eagle S podría haber causado el daño al arrastrarse por el fondo marino.

Margus Tsahkna, ministro de Asuntos Exteriores de Estonia, ha enfatizado que estos incidentes difícilmente pueden considerarse accidentes aislados. En sus declaraciones, destacó la frecuencia creciente de daños a infraestructuras submarinas críticas en el Báltico, apuntando a posibles actos deliberados de sabotaje.

El reciente incidente sigue a otros eventos similares, como el corte de cables de telecomunicaciones en aguas territoriales suecas hace poco más de un mes. Estos casos han generado preocupación internacional, con múltiples países señalando la posible implicación de actores estatales o flotas vinculadas a Rusia y China.

Contexto de inseguridad y cooperación regional

La seguridad de los cables submarinos, esenciales para las telecomunicaciones y el suministro energético, se ha convertido en una prioridad estratégica en Europa. Las tensiones geopolíticas en el mar Báltico reflejan la creciente complejidad de la seguridad marítima en una región clave para las relaciones entre Occidente y Rusia.

La OTAN y los países afectados buscan reforzar las medidas de protección mientras investigan los incidentes. Paralelamente, el incremento de la actividad sospechosa en la región plantea nuevos desafíos para garantizar la estabilidad y la integridad de las infraestructuras críticas frente a posibles amenazas.

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Fuente: Le Monde

Redacción
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