Recientes documentos desclasificados por los Archivos Nacionales británicos han revelado detalles sobre la postura de George W. Bush durante la segunda guerra de Irak. Según los registros, el expresidente de los Estados Unidos consideraba su papel en el conflicto como una “misión de Dios”, lo que habría influido en sus decisiones estratégicas. Este enfoque habría generado tensiones internas y desafíos diplomáticos con aliados clave como el Reino Unido.

Una “misión divina” en medio del caos

De acuerdo con los archivos, Richard Armitage, entonces vicesecretario de Estado, expresó su preocupación sobre la actitud de Bush en una reunión privada con Sir David Manning, embajador británico en Estados Unidos. Armitage sostuvo que el presidente estadounidense necesitaba una “dosis de realidad” tras mostrar una postura intransigente frente a la insurgencia iraquí. Según los documentos, Bush inicialmente ordenó una ofensiva contundente contra los insurgentes en la ciudad de Faluya, pero finalmente moderó su posición tras advertencias de sus asesores, incluido Paul Bremer, líder de la Autoridad Provisional de la Coalición.

Faluya: un punto crítico del conflicto

Faluya se convirtió en el epicentro de la insurgencia iraquí tras el asesinato de cuatro contratistas estadounidenses en marzo de 2004, cuyos cuerpos fueron exhibidos públicamente. Esto desató la operación Vigilant Resolve, liderada por los marines de EE.UU. Si bien las tropas estadounidenses avanzaron rápidamente en la ciudad, el elevado costo en vidas civiles y las tensiones políticas dentro del Consejo de Gobierno de Irak obligaron a Washington a reconsiderar sus tácticas.

En este contexto, Armitage fue crítico con el general John Abizaid, comandante de las fuerzas estadounidenses en Irak, describiendo sus afirmaciones sobre el control rápido de Faluya como “burda política”. Según el diplomático británico Sir David Manning, Armitage consideraba que las estimaciones de Abizaid sobre el número de insurgentes y las estrategias propuestas eran imprudentes e imprecisas.

El rol de la ONU y las tensiones diplomáticas

Ante el aumento de la violencia y el debilitamiento de la legitimidad del gobierno provisional iraquí, Bush finalmente aceptó que la ONU desempeñara un papel clave en una “estrategia de salida”. Sin embargo, esta decisión fue controvertida dentro de su propia administración, enfrentando la resistencia del entonces vicepresidente Dick Cheney, quien consideraba que la ONU complicaba los esfuerzos estadounidenses en la región.

Además, los documentos revelan tensiones diplomáticas entre EE.UU. y Francia, con esta última oponiéndose a las estrategias militares desproporcionadas en Irak. Según registros británicos, Jack Straw, ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido en ese momento, calificó el enfoque francés como un intento de posicionarse como un contrapeso al poder estadounidense.

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Fuente: The Telegraph

Redacción
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