El reciente accidente aéreo en Azerbaiyán, que costó la vida a 38 personas, desencadenó una confrontación diplomática sin precedentes entre Bakú y Moscú. Pero más allá del dolor humano, este hecho revela un cambio más profundo en las relaciones políticas de la región. La respuesta de Azerbaiyán, que acusa abiertamente a Rusia de interferencia y negligencia, no solo desafía décadas de deferencia hacia Moscú, sino que señala una disminución de la capacidad de Rusia para mantener su hegemonía, incluso en su vecindario más cercano.

La acusación de Bakú contra Moscú, señalándola por el impacto de un misil en el avión y su presunto intento de desviar el vuelo hacia el Caspio, expone una fractura creciente en la relación entre ambos países. Eso no es todo, este enfrentamiento no ocurre en un vacío: es un síntoma de una tendencia más amplia de debilitamiento del poder ruso, que ya se manifiesta en Siria, Georgia y, por supuesto, en Ucrania.

Azerbaiyán: una pieza clave en el ajedrez del Cáucaso

Históricamente, Azerbaiyán ocupa un lugar estratégico en el Cáucaso, una región vital para la seguridad de Rusia. Su acceso al Mar Caspio, sus vastos recursos energéticos y su proximidad a Irán y Turquía lo convierten en un actor central en la geopolítica euroasiática. Moscú, desde siempre, busca de mantener a Bakú dentro de su órbita, utilizando herramientas como el comercio energético y su papel de mediador en el conflicto de Nagorno-Karabaj. No obstante, los recientes acontecimientos demuestran que la influencia rusa se está desmoronando.

Un grupo de personas con traje de color negro

Descripción generada automáticamente

El accidente aéreo y la reacción vehemente de Azerbaiyán refleja la pérdida de control. La demanda de compensación por parte del presidente Ilham Aliyev y su rechazo a aceptar las explicaciones rusas muestran una postura desafiante que habría sido impensable hace solo una década. Un cambio que refleja no solo el fortalecimiento de Azerbaiyán como un actor más independiente, sino también el creciente papel de Turquía como su principal aliado estratégico.

La creciente influencia de Turquía en Azerbaiyán altera las dinámicas de poder en la región. Durante la segunda guerra de Nagorno-Karabaj en 2020, Ankara respaldó abiertamente a Bakú, proporcionando apoyo militar decisivo que consolidó la victoria azerí. Este vínculo continuó fortaleciéndose estos años, desafiando el papel tradicional de Rusia como mediador dominante en la región.

Un aspecto a resaltar es que Turquía, además de compartir lazos étnicos y lingüísticos con Azerbaiyán, también ve en esta relación una oportunidad para expandir su influencia hacia Asia Central y contrarrestar a Rusia. Por su parte, Moscú enfrenta dificultades para sostener su presencia en el Cáucaso. Su incapacidad para prevenir la ofensiva de Azerbaiyán en Nagorno-Karabaj y la percepción de inacción durante los momentos críticos erosionan su credibilidad tanto en Bakú como en Ereván.

No obstante, la competencia entre Turquía y Rusia en el Cáucaso es un microcosmos de un fenómeno más amplio: la fragmentación de la influencia rusa en su vecindad inmediata. Desde el Mar Negro hasta el Mar Caspio, Ankara está consolidando su posición, mientras que Moscú parece atrapada en conflictos prolongados y recursos limitados.

Siria, Georgia y Ucrania: señales de un declive más amplio

Una persona en traje parado enfrente de una mesa

Descripción generada automáticamente con confianza media

Asimismo, el accidente aéreo en Azerbaiyán no es un evento aislado. Forma parte de un patrón más amplio de pérdida de poder ruso en regiones clave.

En Siria, la caída de Bashar al-Assad pone en riesgo la presencia de Rusia en el Mediterráneo Oriental. Las bases en Tartús y Hmeimim, que durante años fueron símbolos del resurgimiento militar ruso, ahora enfrentan un futuro incierto. Esta pérdida de influencia en el Medio Oriente no solo afecta la capacidad de Moscú para proyectar poder, sino que también debilita su credibilidad como un aliado confiable.

Mas cerca del país, en Georgia, las protestas masivas contra el gobierno pro-ruso de Sueño Georgiano reavivaron las tensiones entre las facciones pro-occidentales y pro-rusas de una manera que llevó a diversos analistas a pensar en la posibilidad de un “nuevo Maidan” georgiano. Un evento semejante representaría un desafío directo a la capacidad de Moscú para mantener su control sobre el Cáucaso Sur.

Al mismo tiempo, la guerra de Ucrania socavó aún más la posición de Rusia en Europa del Este. La incapacidad para lograr una victoria decisiva, combinada con el fortalecimiento de la OTAN en Europa del Este, debilita significativamente la influencia rusa en su vecindad occidental.

¿Un nuevo equilibrio de poder en el Cáucaso?

Un grupo de personas en una bandera

Descripción generada automáticamente

El enfrentamiento entre Azerbaiyán y Rusia es un recordatorio de cómo Moscú está perdiendo terreno incluso en áreas que una vez consideró su patio trasero. Esta erosión de poder no es solo el resultado de la guerra en Ucrania, sino también de una combinación de factores internos y externos: sanciones económicas, competencia geopolítica con potencias emergentes como Turquía y China (además de una situación de dependencia con esta última), y la creciente resistencia de sus antiguos aliados.

La capacidad de Rusia para revertir esta tendencia dependerá de su habilidad para adaptarse a un entorno geopolítico cada vez más multipolar. En el caso de Azerbaiyán, Moscú podría intentar fortalecer su cooperación energética y de seguridad, o buscar un mayor acuerdo con Turquía para contrarrestar la influencia occidental en la región. Sin embargo, estas estrategias enfrentan múltiples resistencias, incluidas las tensiones inherentes en la relación Rusia-Turquía y la creciente autonomía de los países del Cáucaso.

De esta forma, la pérdida de influencia rusa en Azerbaiyán y el Cáucaso tiene implicaciones más amplias para la seguridad y la estabilidad regionales. A medida que Turquía fortalece su posición, y países como Georgia y Azerbaiyán buscan equilibrar sus relaciones entre Oriente y Occidente, el Cáucaso podría transformarse en un espacio de competencia multipolar donde ninguna potencia domine por completo.

Para Rusia, este cambio marca el final de una era de control indiscutible en su vecindad inmediata. Por este motivo, el accidente aéreo en Azerbaiyán no solo implica un trágico incidente, sino un símbolo de un poder que se desvanece, una señal de que incluso en sus fronteras más cercanas, Moscú enfrenta el desafío de redefinir su papel en un mundo cada vez más complejo e impredecible.

Te puede interesar: Azerbaiyán acusa a Rusia por derribo de avión comercial en tragedia con 38 víctimas mortales

Lautaro Bermudez
Licenciado en Relaciones Internacionales 🕊️. Apasionado por la historia 📘 y la geopolítica 🌐. LinkedIn: Lautaro Bermudez

1 COMENTARIO

Dejá tu comentario