las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han develado los pormenores de una de sus operaciones más sofisticadas del último tiempo. La Operación “Rabot HaDrachim”, ejecutada en septiembre de 2024, logró neutralizar una instalación subterránea de fabricación de misiles en territorio sirio, marcando un hito en las capacidades de infiltración y destrucción de objetivos considerados “invulnerables”.
Según información proporcionada por las FDI, la operación se centró en las instalaciones de la industria “CERS”, único complejo en Siria dedicado a la producción de misiles tierra-tierra. El sitio, oculto entre 70 y 130 metros bajo una montaña, representaba una amenaza estratégica significativa para la región, con capacidad de producción estimada entre 100 y 300 misiles anuales, principalmente destinados al grupo Hezbollah en el Líbano.
La complejidad del objetivo quedó evidenciada en su historia constructiva, que se extendió desde 2017 hasta 2021, sobreviviendo a cuatro ataques previos de las FDI que solo lograron retrasar su finalización. Para agosto de 2024, la instalación había iniciado su fase de producción experimental, lo que precipitó la decisión de ejecutar una operación definitiva.
La planificación, iniciada en julio de 2024, requirió una coordinación sin precedentes entre diferentes ramas de las FDI. La operación comenzó con un ataque aéreo masivo que involucró 70 aeronaves, incluyendo aviones de combate, drones y helicópteros, que lanzaron 50 bombas sobre objetivos estratégicos. Esta primera fase sirvió como distracción para el verdadero objetivo: la infiltración terrestre.
El componente terrestre de la operación involucró a 120 efectivos altamente entrenados, incluyendo 100 miembros de la unidad de élite Shaldag y 20 de la unidad 669. El despliegue se realizó mediante cuatro helicópteros “Yasur” que volaron durante 1.5 horas a baja altitud para evitar su detección. Es destacable que el 50% de los participantes eran reservistas movilizados desde los eventos del 7 de octubre.
El ingreso al complejo representó uno de los mayores desafíos operativos. Tras enfrentarse a 30 guardias sirios y superar tres puertas reforzadas, los equipos de demolición lograron acceder al interior de la instalación. El objetivo principal era la destrucción de tres mezcladores planetarios, componentes críticos para la fabricación de misiles avanzados.
La operación culminó con una detonación equivalente a casi una tonelada de explosivos, que destruyó completamente la instalación. Todo el personal regresó sin bajas a territorio israelí, aunque debieron abandonar equipo no esencial para facilitar la evacuación. Como medida de precaución, se había incluido un quirófano móvil en los helicópteros, que afortunadamente no fue necesario utilizar.
El éxito de la operación fue tal que, según evaluaciones posteriores, las fuerzas sirias e iraníes tardaron días en comprender la magnitud de lo sucedido. La destrucción del complejo eliminó efectivamente la capacidad de fabricación de misiles en el sitio, que podían alcanzar objetivos a distancias de entre 70 y 300 kilómetros.
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Créditos de las imágenes: Fuerza de Defensa de Israel