La configuración geopolítica mundial está experimentando cambios profundos con la consolidación de una alianza disruptiva entre Rusia, Irán y Corea del Norte, apodada el “eje de los rebeldes”. Este grupo de estados, unidos por su oposición a las sanciones occidentales y su desdén por el derecho internacional, está desafiando el statu quo global. Sus acciones conjuntas no solo afectan el equilibrio de poder regional, sino que también plantean graves riesgos para la estabilidad internacional.
Desde la invasión rusa a Ucrania en 2022, las relaciones entre Moscú, Teherán y Pyongyang se han fortalecido significativamente. Corea del Norte, tradicionalmente considerada por Rusia como una carga diplomática, se ha convertido en un socio clave gracias a su capacidad de suministrar municiones y armamento de estilo soviético.
Por su parte, Irán ha proporcionado drones kamikaze para las operaciones rusas en Ucrania y ha utilizado su experiencia para ayudar a Moscú a evadir las sanciones internacionales. En contrapartida, Rusia ha suministrado armamento avanzado y ha invertido significativamente en la economía iraní. Además, Moscú ofrece cobertura diplomática al programa nuclear de Irán en la ONU, consolidando una alianza que trasciende lo meramente táctico.
Un desafío coordinado al orden global
La colaboración entre estos tres estados va más allá de los acuerdos bilaterales. En 2024, esta alianza disruptiva podría intensificarse con acciones conjuntas que incluyan ciberataques, campañas de desinformación y el apoyo a grupos militantes en Oriente Medio y Asia. Corea del Norte también ha sido señalada como un proveedor de armas para organizaciones respaldadas por Irán, como Hamás y los hutíes, exacerbando las tensiones en regiones clave.
Sin embargo, esta alianza también refleja las limitaciones de sus integrantes. Dependientes de relaciones transaccionales y marcados por la desconfianza mutua, el “eje de los rebeldes” enfrenta obstáculos significativos para consolidarse como un bloque cohesivo. A pesar de ello, su capacidad para alterar la estabilidad global no debe subestimarse.
El rol de China: neutralidad pro-eje
Aunque no forma parte de esta alianza, China juega un papel indirecto al facilitar ciertas actividades del “eje de los rebeldes”. Pekín ha evitado condenar la agresión rusa en Ucrania y mantiene vínculos económicos con Irán y Corea del Norte. Sin embargo, también se muestra cauteloso, priorizando sus intereses en el Golfo y su relación con otras potencias.
La profundización de la cooperación entre Rusia, Irán y Corea del Norte representa un desafío significativo para el orden internacional. Si bien su alianza está impulsada por intereses de corto plazo y es vulnerable a la desconfianza interna, su impacto disruptivo es innegable. Este eje de estados rebeldes pone a prueba la eficacia de las sanciones occidentales y plantea interrogantes sobre la capacidad de la comunidad internacional para responder a amenazas coordinadas. En un contexto global cada vez más volátil, su influencia no puede ser ignorada.
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Fuente: Eurasia Group