El reciente lanzamiento de un misil hipersónico por parte de Corea del Norte ha encendido las alarmas de seguridad en el Indo-Pacífico y más allá. La prueba, realizada el 6 de enero de 2025, marcó un avance significativo en el arsenal de Pyongyang, demostrando una capacidad tecnológica que podría alterar el equilibrio militar en la región. Según la inteligencia surcoreana, el misil alcanzó una velocidad de Mach 12 y un alcance de 1.500 kilómetros, poniendo en riesgo objetivos clave en el Pacífico.
Este lanzamiento no se produce en el vacío. Recientes informes han señalado la expansión de instalaciones norcoreanas destinadas a la fabricación de misiles avanzados, algunos de los cuales podrían estar vinculados a conflictos en Europa, como la guerra en Ucrania.
La tecnología hipersónica utilizada representa un desafío estratégico profundo. Estos misiles combinan una velocidad extrema con maniobras impredecibles, dificultando su interceptación por los sistemas antimisiles existentes, como el THAAD de Estados Unidos o los destructores japoneses equipados con Aegis. Analistas han advertido que estas capacidades podrían socavar la seguridad de bases estadounidenses en Guam y otras instalaciones críticas en el Pacífico.
En Corea del Sur, las tensiones se ven exacerbadas por la crisis política que atraviesa el país tras la destitución del presidente Yoon Suk Yeol, lo que ha debilitado la capacidad de respuesta del gobierno. Japón, por su parte, enfrenta crecientes presiones para modernizar su defensa, lo que podría desencadenar una carrera armamentista en la región.
Una comunidad internacional dividida
El lanzamiento también es un mensaje a la nueva administración de Estados Unidos. En plena transición de poder hacia Donald Trump, Corea del Norte parece buscar capitalizar la incertidumbre política para demostrar su capacidad y posicionarse mejor en futuras negociaciones.
Sin embargo, las divisiones en el Consejo de Seguridad de la ONU, particularmente entre China, Rusia y Estados Unidos, complican la posibilidad de una acción coordinada. Mientras tanto, los aliados regionales deberán redoblar sus esfuerzos en defensa, incluyendo tecnologías antihipersónicas y sensores espaciales, para contrarrestar la amenaza emergente.
Este último avance marca un punto crítico en la política de seguridad del Indo-Pacífico, exigiendo una respuesta urgente y coordinada para prevenir un deterioro aún mayor de la estabilidad en una región ya en tensión.
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Fuente: Army Recognition