Un análisis realizado por Raymond Powell y publicado en The Dispatch aborda con detalle las crecientes tensiones en el Mar de China Meridional, donde las acciones de China han intensificado los desafíos para la estabilidad regional y la influencia de Estados Unidos. A través de una combinación de tácticas militares y de “zona gris”, Beijing ha incrementado su presión sobre Filipinas, buscando consolidar su dominio en una de las áreas marítimas más estratégicas del mundo. Este enfoque no solo pone a prueba los límites de Manila, sino que también amenaza el sistema internacional basado en reglas que Washington y sus aliados intentan preservar.

Desde 2022, Beijing ha desplegado una combinación de herramientas militares y no convencionales, como bloqueos, hostigamiento a barcos filipinos y la construcción de islas artificiales, consolidando su control sobre territorios disputados. Este avance desafía no solo a Manila, que lucha por proteger su zona económica exclusiva, sino también al sistema de reglas internacionales liderado por Washington.

La raíz del conflicto y su escalada reciente

La ambición china en estas aguas se remonta a décadas atrás, cuando trazó su controvertida “línea de nueve trazos”. Sin embargo, bajo el liderazgo de Xi Jinping, esta estrategia se ha acelerado mediante la militarización de arrecifes y la implementación de tácticas de disuasión no letal. Entre los casos más significativos está el bloqueo de la BRP Sierra Madre, un buque filipino varado que sirve como puesto militar.

Filipinas, con el apoyo de Estados Unidos, ha adoptado una estrategia de transparencia activa, documentando las actividades chinas para evidenciar sus violaciones al derecho internacional. A pesar de algunas victorias legales, como el fallo favorable de 2016 en el Tribunal de La Haya, el panorama regional sigue dominado por la asertividad de Beijing.

Un tablero de intereses globales

El Mar de China Meridional no solo representa una disputa territorial, sino también un punto crítico en la competencia global entre China y Estados Unidos. Esta región concentra aproximadamente un tercio del comercio marítimo global y alberga vastos recursos pesqueros y energéticos. Para Beijing, garantizar el control de estas aguas es parte de una estrategia mayor para proyectar poder en el Indo-Pacífico.

Por su parte, las acciones de China han llevado a un fortalecimiento de alianzas en la región. Filipinas, Japón, Australia y otros actores han intensificado su cooperación militar con Washington. Ejercicios conjuntos, patrullajes de libertad de navegación y acuerdos bilaterales reflejan un intento colectivo por contrarrestar las ambiciones chinas y proteger el orden basado en reglas.

Opciones para Estados Unidos

Powell sugiere que Washington debe reforzar su compromiso con Manila mediante iniciativas conjuntas en exploración energética y la mejora de infraestructuras en islas filipinas estratégicas como Thitu. Estas medidas, junto con una política más firme en la región, serían esenciales para contrarrestar la campaña de ocupación marítima de China.

A largo plazo, Estados Unidos y sus aliados deberán equilibrar su estrategia, combinando presión militar con un enfoque diplomático que limite los riesgos de una confrontación abierta. El Mar de China Meridional se ha convertido en un símbolo del choque entre la ambición revisionista de Beijing y la defensa del statu quo promovida por Occidente, marcando un capítulo crucial en las dinámicas de poder global.

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Redacción
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