En una reciente comunicación telefónica con el presidente estadounidense Donald Trump, el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, reveló que el Reino planea invertir 600.000 millones de dólares en Estados Unidos durante los próximos cuatro años. Esta declaración, informada por la agencia estatal de prensa saudita, subraya la ambición del país de ampliar sus lazos económicos con una de las principales potencias mundiales. A pesar del rimbombante anuncio por parte del Príncipe, no se ofrecieron detalles específicos sobre cómo se distribuirán estas inversiones ni en qué sectores se concentrarán.

Históricamente, el fondo soberano saudita ha mostrado interés en sectores diversos como tecnología, deporte y energías renovables, por lo tanto probablemente estas inversiones estarán enfocadas en aquellos ámbitos de la economía estadounidense.

Estas inversiones no solo refuerzan la relación bilateral con la flamante llegada de Trump, sino que también buscan posicionar a Arabia Saudita como un actor relevante en el escenario económico global, especialmente en un contexto donde Estados Unidos ha reducido su dependencia del petróleo saudita y no quiere perder su influencia en Norteamérica. Además, el príncipe heredero mencionó la importancia de colaborar con la administración estadounidense para generar “una prosperidad económica mutua sin precedentes”.

Diferencias con la administración de Joe Biden y un futuro incierto a nivel regional

El anuncio también pone de relieve las diferencias entre el enfoque de Trump y el de Joe Biden hacia Arabia Saudita. Mientras que Trump priorizó las relaciones comerciales y visitó el reino como su primer destino internacional en 2017, la administración Biden adoptó una postura más crítica y severa frente a la monarquía saudí.

Donald Trump en su visita a Arabia Saudita en 2017.

Durante su campaña presidencial, Biden prometió reevaluar la relación con Riad debido a preocupaciones sobre derechos humanos y el asesinato del periodista Jamal Khashoggi. Aunque su administración anunció revisiones en los acuerdos militares firmados anteriormente y señaló la necesidad de un enfoque ético en la diplomacia, en la práctica, las relaciones bilaterales continuaron siendo pragmáticas.

Según Human Rights Watch, el llamado de Biden para una “reevaluación” de la relación no produjo cambios significativos hasta el final de su mandato, y las exportaciones de armas a Arabia Saudita continuaron su curso habitual. Los negocios por un lado, la política por otro.

Estados Unidos no quiere perder a sus aliados en Medio Oriente

En contraste, el acercamiento de Trump al reino entre 2017 y 2021 estuvo marcado por acuerdos comerciales masivos, como la compra saudita de 450.000 millones de dólares en productos estadounidenses, que él mismo destacó como un motor clave de su política exterior.

Las intenciones de necesidad del gigante norteamericano de mantener aliados en Medio Oriente ha permitido que Arabia Saudita fortalezca su posición en el Golfo Pérsico y consolide su liderazgo económico frente a Irán, mientras que Estados Unidos enfrenta un escenario geopolítico sumamente convulsionado, particularmente con las intenciones de Trump de acabar con la guerra en Ucrania y lograr que el acuerdo entre Israel y Hamás firmado recientemente, pueda perdurar en el corto plazo.

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Fuente: The New Arab / Saudi Press Agency / Foreign Policy

Juan Ignacio Máscolo
Estudiante avanzado de Relaciones Internacionales (USAL). Coordinador del Observatorio de Política Internacional en el Centro de Estudios Estratégicos en Relaciones Internacionales (CEERI). Especialista en Economía Internacional, Estados Unidos y África.

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