El fiscal jefe de la Corte Penal Internacional (CPI), Karim Khan, solicitó órdenes de arresto contra Hibatullah Akhundzada, líder supremo de los talibanes, y Abdul Hakim Haqqani, presidente interino de la Corte Suprema de Afganistán. Ambos son acusados de crímenes de lesa humanidad por persecución de género desde la toma de poder de los talibanes en agosto de 2021.
El fiscal Karim Khan destacó, citado desde el medio The Guardian: “Mi oficina ha llegado a la conclusión de que estos dos ciudadanos afganos son penalmente responsables de perseguir a niñas y mujeres afganas, así como a personas que los talibanes percibían como no conformes con sus expectativas ideológicas de identidad o expresión de género, y a personas que los talibanes percibían como aliadas de niñas y mujeres. Esta persecución se cometió desde al menos el 15 de agosto de 2021 hasta la actualidad, en todo el territorio de Afganistán”.
“La interpretación que hacen los talibanes de la sharia no debe ni puede utilizarse para justificar la privación de derechos humanos fundamentales ni la comisión de crímenes relacionados con el Estatuto de Roma”, añadió Khan. La solicitud de arresto de la CPI marca un precedente en el ámbito internacional, ya que es la primera vez que se reconoce la persecución por motivos de género como un crimen de lesa humanidad en Afganistán.
Ley de “vicio y virtud” y las implicancias desde la llegada al poder de los talibanes en Afganistán
Desde su regreso al poder en 2021, los talibanes implementaron severas restricciones a las mujeres y niñas afganas, prohibiéndoles acceder a la educación más allá del sexto grado, trabajar en la mayoría de los sectores y participar en la vida pública. Estas medidas fueron calificadas por diversas organizaciones internacionales como una forma de “apartheid de género”, y representan un obstáculo para que las autoridades talibanas obtengan el reconocimiento internacional, que hasta la fecha les es negado.
En este sentido, los edictos se basan en su interpretación de la ley islámica, dictados por Akhundzada desde Kandahar, que excluyeron a las mujeres de la vida pública. Entre las restricciones, también se destaca una ley de “vicio y virtud” anunciada el verano pasado, que ordenaba a las mujeres no cantar ni recitar poesía en público y que sus voces y cuerpos se “ocultaran” fuera del hogar.
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