En medio de intensos combates en la región de Kursk, Rusia mantiene la presión militar sobre Ucrania mientras el enviado de Estados Unidos terriza en Moscú para discutir una propuesta de alto el fuego de 30 días. La llegada de Steve Witkoff, delegado estadounidense en las negociaciones con el Kremlin, coincide con una escalada de las operaciones rusas, que buscan desalojar por completo a las fuerzas ucranianas del territorio ocupado.
Desde agosto, las tropas ucranianas mantienen una franja de control en Kursk, al suroeste de Rusia, que ha representado un punto estratégico en el conflicto. Sin embargo, el Ministerio de Defensa ruso anunció la recaptura de Sudzha, la ciudad más importante bajo control ucraniano en esa región, lo que sugiere que Moscú está cerca de consolidar su dominio en el área. Según el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas rusas, Valery Gerasimov, la operación para expulsar a las fuerzas ucranianas está en su fase final.

El presidente ruso Vladímir Putin reforzó este mensaje con una inusual aparición pública en uniforme de camuflaje, donde ordenó acelerar las operaciones para “destruir completamente al enemigo” y restablecer la situación previa a la ocupación. Putin también subrayó que cualquier prisionero capturado debería ser tratado como terrorista, una declaración que intensifica las preocupaciones sobre el trato a los prisioneros de guerra ucranianos.
Por su parte, el comandante en jefe del ejército ucraniano, Oleksander Syrskyi, afirmó que las fuerzas de Kiev continúan resistiendo los asaltos rusos. Hasta la noche del miércoles, las tropas ucranianas habían repelido ocho ataques en la región. A pesar del avance ruso, Syrsky sostuvo que Moscú ha sufrido pérdidas significativas al priorizar objetivos políticos sobre las consideraciones militares.
Un comandante ucraniano de drones, identificado como Andriy, confirmó que las fuerzas ucranianas se están replegando gradualmente de Kursk mientras intentan ralentizar el avance ruso hacia la región de Sumy. Según Andriy, las tropas buscan mantener posiciones en la frontera ucraniana para evitar una mayor incursión rusa.

En el plano diplomático, la llegada de Steve Witkoff a Moscú marca un intento de la administración Trump de mediar en el conflicto. Witkoff ya había negociado anteriormente la liberación del ciudadano estadounidense Marc Fogel, detenido en Rusia en 2021. No obstante, el Kremlin ha adoptado una postura ambigua sobre la propuesta de alto el fuego. Aunque el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso expresó su disposición a discutir la iniciativa, Putin la ha rechazado públicamente en más de una ocasión.
Analistas rusos anticipan que Moscú exigirá condiciones estrictas para cualquier acuerdo de cese de hostilidades, incluida la suspensión del apoyo militar de Estados Unidos a Ucrania durante el alto el fuego. Esta demanda, de ser aceptada por Washington, podría provocar críticas a la administración Trump por favorecer los intereses del Kremlin y debilitar la posición ucraniana.
El discurso de Putin también dejó entrever una posible expansión de las operaciones rusas en Ucrania. Al hablar de la creación de una “zona de seguridad” dentro del territorio ucraniano, el mandatario ruso reitera su exigencia de un corredor estratégico como condición para cualquier negociación de paz.
El desarrollo de estos acontecimientos se produce en un contexto de creciente tensión internacional. La incursión ucraniana en Kursk, iniciada en agosto, rompió una de las líneas rojas planteadas por Putin, quien previamente había advertido que los ataques en territorio ruso no serían tolerados. En respuesta, Rusia ha incrementado su despliegue militar en la zona, incluyendo el uso de tropas norcoreanas para reforzar sus posiciones.
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