El expresidente ruso y fuerte aliado de Putin, Dmitri Medvedev, advirtió que las fuerzas ucranianas que aún permanecen en la región rusa de Kursk serán “destruidas sin piedad” si no deponen sus armas.

Su declaración se produce en medio de una escalada de tensiones, luego de que el presidente ruso, Vladímir Putin, respondiera a una petición de su homólogo estadounidense, Donald Trump, quien instó a Moscú a garantizar la seguridad de los soldados ucranianos en la zona.
Putin ofrece garantías si las tropas ucranianas se rinden
En un discurso televisado, Putin aseguró que aquellos combatientes ucranianos que depongan las armas recibirán un trato digno y conforme al derecho internacional.

Sin embargo, también subrayó que las fuerzas ucranianas han cometido “numerosos crímenes contra civiles” en la zona y que la Fiscalía General de Rusia los ha clasificado como actos de terrorismo, instando a Kiev a ordenar formalmente la rendición de sus tropas para evitar más bajas.
Un alto el fuego en entredicho
El llamado de Putin a la rendición ocurre después de que Ucrania aceptara un alto el fuego de 30 días, mediado por Estados Unidos durante las negociaciones en Arabia Saudita, aunque el Kremlin aún no ha confirmado su adhesión formal a la tregua, Putin ha manifestado su apoyo al acuerdo “en principio”.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, reconoció que sus fuerzas enfrentan una creciente presión en Kursk, donde la ofensiva rusa ha recuperado gran parte del territorio que Kiev capturó en agosto pasado.

El asalto transfronterizo ucraniano en Kursk, lanzado el año pasado, ha sido la mayor operación de un ejército extranjero en territorio ruso desde la Segunda Guerra Mundial, pero la respuesta de Moscú ha reducido significativamente las ganancias territoriales de Ucrania, debilitando su posición en cualquier futura negociación de paz.
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