Polonia anunció planes para reiniciar la producción de minas antipersonales con el objetivo de desplegar hasta un millón de estos dispositivos a lo largo de sus fronteras con Rusia y Bielorrusia. La decisión responde a lo que las autoridades polacas consideran una “amenaza muy real y seria” proveniente de sus vecinos del este.
El viceministro de Defensa, Paweł Bejda, confirmó la iniciativa, que forma parte del proyecto ‘Eastern Shield’ (Escudo del Este), diseñado para fortalecer el flanco oriental de la OTAN. Bejda subrayó que la reactivación de la producción de minas es una medida necesaria ante el creciente riesgo de desestabilización en la región, en un contexto de tensiones crecientes con Moscú y Minsk.
Este anuncio se produce poco después de que Polonia, junto con los países bálticos, expresara su intención de abandonar la Convención de Ottawa de 1997, un tratado internacional que prohíbe el uso, producción y almacenamiento de minas antipersonales. Más de 160 países han ratificado o accedido a este acuerdo, aunque Rusia no forma parte del mismo. Salir de este tratado permitiría a Polonia y sus aliados bálticos reanudar el almacenamiento y la producción de estas armas.

En declaraciones al medio RMF24, Bejda explicó que actualmente Polonia no cuenta con minas antipersonales en su arsenal, pero posee la capacidad industrial para fabricarlas. La producción estará a cargo de contratistas estatales y privados del sector de defensa, con un papel destacado de Polska Grupa Zbrojeniowa (PGZ), el principal fabricante estatal de armamento. Se estima que la fabricación de los primeros lotes, que podrían alcanzar entre cientos de miles y un millón de unidades, tomará entre ocho y nueve meses.
La propuesta de abandonar la Convención de Ottawa aún debe ser aprobada por el Consejo de Ministros, el Parlamento y el presidente polaco. Posteriormente, se deberá notificar a las Naciones Unidas, un proceso que, según el ministro de Defensa, Władysław Kosiniak-Kamysz, podría extenderse por unos seis meses.

Desde un punto de vista estratégico, esta decisión refleja un endurecimiento en la postura defensiva de Polonia frente a las políticas de Rusia y Bielorrusia. En los últimos años, Varsovia ha incrementado su inversión en capacidades militares y ha reforzado su cooperación con la OTAN y con Estados Unidos. El proyecto ‘Eastern Shield’ busca crear una barrera física y disuasiva en las zonas fronterizas más vulnerables, alineándose con los esfuerzos más amplios de la Alianza para reforzar su presencia en Europa del Este.
Este movimiento se inscribe en un escenario más amplio de tensiones geopolíticas en Europa del Este, marcado por el conflicto en Ucrania y la creciente militarización de las fronteras entre los países de la OTAN y Rusia. En este contexto, Polonia busca consolidar su papel como uno de los principales bastiones defensivos del bloque occidental.
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