El renovado interés de la Patagonia chilena, particularmente mediante el puerto de Punta Arenas, en retomar vínculos comerciales con las Islas Malvinas no es un hecho aislado, donde, más allá de la narrativa económica que busca justificar esta reactivación, el trasfondo geopolítico de la iniciativa refleja una alineación cada vez más evidente entre Chile y el Reino Unido en su proyección sobre el Atlántico Sur y la Antártida.

La insistencia de empresarios y autoridades chilenas en establecer lazos comerciales con un territorio ocupado ilegalmente por el Reino Unido contradice la histórica posición de América Latina en respaldo a la soberanía argentina y plantea interrogantes sobre el verdadero alcance de la política exterior chilena en la región.
Punta Arenas, un eslabón clave en la logística británica dentro de Chile
No es la primera vez que Chile, particularmente a través de Punta Arenas, facilita operaciones británicas en el Atlántico Sur, ya que en los últimos años, la ciudad ha consolidado su papel como centro logístico para las actividades del Reino Unido en la Antártida, brindando apoyo a buques de la Royal Navy y aeronaves militares como el A400M Atlas, que recientemente aterrizó en la Base Aérea de Chabunco.

Este flujo constante de operaciones británicas en territorio chileno refuerza la presencia del Reino Unido en una región donde su influencia debería estar en retroceso, donde, mientras la Argentina continúa su legítimo reclamo sobre las Islas Malvinas en foros internacionales, Chile mantiene una posición ambigua que, en la práctica, facilita la consolidación de la ocupación británica.
Intereses económicos vs compromiso con la soberanía argentina
Los argumentos esgrimidos por empresarios y autoridades locales se centran en el beneficio económico que traería la reactivación del comercio con las Islas Malvinas, sin embargo, esta postura ignora un aspecto fundamental: cualquier relación comercial con el enclave británico contribuye indirectamente a su viabilidad económica y, por ende, a la perpetuación de la ocupación colonial.

La posición de la Cancillería chilena, que afirma que “no existe una política de restricción al comercio con las Islas Malvinas”, contrasta con la firme postura de América Latina en apoyo a la soberanía argentina, donde la Resolución 2065 de la ONU establece la necesidad de una negociación bilateral entre Argentina y el Reino Unido sobre la soberanía de las islas, sin injerencias de terceros actores que validen la administración ilegal británica.
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