Un informe revelado recientemente por The New York Times desmantela la narrativa oficial sobre el rol de Estados Unidos en la guerra de Ucrania contra Rusia, exponiendo una colaboración estratégica y operativa mucho más profunda y sostenida de lo que se había reconocido públicamente. A través de una alianza secreta basada en inteligencia, planificación militar y soporte tecnológico, Washington desempeñó un papel decisivo tanto en el diseño de operaciones como en la ejecución táctica sobre el terreno, estableciendo un nivel de involucramiento sin precedentes.

Un centro de operaciones clave en Alemania

Desde la base militar estadounidense de Wiesbaden, en Alemania, se coordinó durante años una estructura operativa conocida como Task Force Dragon, encargada de asistir a las fuerzas ucranianas con inteligencia en tiempo real, particularmente sobre objetivos rusos. Cada jornada, equipos mixtos de oficiales estadounidenses y ucranianos establecían prioridades de ataque. A través de tecnología satelital, intercepción de comunicaciones y análisis de emisiones radiales, se identificaban posiciones rusas clave. Las coordenadas eran luego transferidas a unidades ucranianas para ejecutar ataques de precisión.

Aunque oficialmente se evitaba el uso del término “objetivos” para no escalar el conflicto diplomáticamente, los llamados “puntos de interés” eran blancos legítimos para las operaciones de artillería ucraniana, muchas de las cuales fueron exitosas gracias al flujo constante de inteligencia estadounidense.

Asistencia crítica en los momentos decisivos

En 2022, la entrega de sistemas HIMARS —lanzadores de cohetes de alta precisión guiados por GPS— marcó un punto de inflexión. Estos sistemas, operados casi exclusivamente bajo supervisión de Task Force Dragon durante su primer año, permitieron a Ucrania llevar a cabo ofensivas que lograron revertir momentáneamente el avance ruso. Las tasas de bajas en el ejército ruso aumentaron significativamente y, hacia fines de ese año, Ucrania había conseguido establecer una posición de relativa ventaja táctica.

Aunque la administración Biden sostuvo desde el inicio que Estados Unidos no participaba directamente en la guerra, los límites autoimpuestos fueron difuminándose. Gradualmente, se permitió la presencia de asesores militares estadounidenses en Kiev y, más tarde, cerca del frente de combate. Estas unidades fueron inicialmente descritas como “expertos en temas específicos” para no atraer atención pública.

También se autorizó la colaboración para ataques ucranianos con drones en las aguas cercanas a Crimea y, posteriormente, dentro del territorio de la península. Operaciones como “Lunar Hail”, ejecutadas en 2024, fueron planificadas desde Wiesbaden y tuvieron como blanco infraestructura militar rusa en Crimea. Estas maniobras forzaron a Moscú a replegar efectivos hacia territorio continental ruso.

Involucramiento en ataques dentro de Rusia

La frontera rusa representaba la “última línea roja”, pero también esta fue cruzada. Con el objetivo de defender la ciudad de Járkov, se estableció una “caja operativa” (ops box) dentro del territorio ruso, donde los oficiales estadounidenses podían suministrar coordenadas exactas para misiones ucranianas. Más tarde, esta zona fue ampliada tras la llegada de tropas norcoreanas a la región de Kursk.

Viacheslav Ratynskyi/Reuters/Archivo

Aunque tradicionalmente prohibido, la CIA recibió autorizaciones especiales (“variaciones”) para proveer inteligencia sobre objetivos estratégicos en suelo ruso, como un vasto depósito de municiones en Toropets, que fue destruido por un ataque con drones en septiembre de 2024. Esta colaboración continuó con ataques en el sur de Rusia destinados a frenar las ofensivas rusas en el este ucraniano.

Conflictos internos en Kiev socavaron la contraofensiva

Pese al alto nivel de cooperación técnica y militar, la contraofensiva ucraniana de 2023 se desmoronó por conflictos políticos internos. Aunque el plan aprobado buscaba cortar las líneas de suministro rusas a través de un avance hacia Melitopol, el presidente Zelensky optó por dividir fuerzas entre esa operación y otra liderada por el general Syrsky en Bakhmut. La falta de concentración estratégica derivó en el estancamiento de ambas ofensivas, dejando el camino libre para una recuperación rusa.

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Alejo Sanchez Piccat
Licenciado en Gobierno y Relaciones Internacionales UADE Maestrando en Defensa Nacional UNDEF Interesado en Seguridad Nuclear y Medio Oriente Contacto directo: asanchezpiccat@esceneariomundial.com

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