El líder supremo de Irán, Ayatollah Ali Khamenei, ha ordenado poner en alerta máxima a las fuerzas armadas iraníes. La medida responde a las amenazas militares directas por parte de Estados Unidos y al riesgo latente de una ofensiva israelí, lo que marca una nueva escalada geoestratégica con implicancias regionales de alto impacto.

Según informó la agencia Reuters, altos funcionarios iraníes advirtieron que cualquier país que permita el uso de su territorio o espacio aéreo por parte de fuerzas estadounidenses en un eventual ataque a Irán será considerado como actor hostil y sufrirá consecuencias severas. Este mensaje fue comunicado directamente a los gobiernos de Irak, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Catar, Turquía y Bahréin, todos ellos anfitriones de bases militares estadounidenses.

La situación se desarrolla en paralelo a la negativa de Teherán de entablar negociaciones directas con Washington sobre su programa nuclear, aunque mantiene la disposición a conversaciones indirectas a través de Omán, tradicional mediador entre ambos países. “Las negociaciones indirectas permiten evaluar el verdadero compromiso de EE.UU. con una solución política”, expresó un alto funcionario iraní en condición de anonimato.

El detonante inmediato de esta reacción fue la reciente intensificación de las presiones por parte del expresidente Donald Trump, quien amenazó con una campaña de bombardeos sin precedentes si Irán rechaza alcanzar un nuevo acuerdo nuclear. En ese marco, Trump trasladó el portaaviones USS Carl Vinson al Golfo Pérsico y desplegó bombarderos furtivos en las Islas Chagos, incrementando la presencia militar en cercanías de Irán.

Por su parte, Irán ha intensificado su programa de enriquecimiento de uranio hasta niveles del 60% de pureza, una cifra alarmantemente cercana al umbral del 90% necesario para usos armamentísticos. Si bien Teherán insiste en que no busca desarrollar armas nucleares, la comunidad internacional —particularmente los países occidentales— ve con preocupación este avance técnico y su posible utilización militar.

La perspectiva de una confrontación bélica abierta entre Irán y sus rivales occidentales amenaza con desestabilizar una región crítica para el suministro global de energía. El Golfo Pérsico, epicentro de estas tensiones, es responsable del tránsito de una porción significativa del petróleo que abastece los mercados internacionales.

En medio de estas tensiones, Rusia expresó su respaldo a Teherán y calificó las amenazas estadounidenses como “inadmisibles”, aunque en círculos iraníes predomina el escepticismo respecto al grado de compromiso de Moscú en caso de una escalada mayor. Según una fuente cercana al gobierno iraní, el apoyo ruso podría depender de la dinámica entre Trump y el presidente ruso, Vladímir Putin.

Las declaraciones del canciller iraní Abbas Araghchi refuerzan la negativa de Irán a dialogar directamente bajo amenaza. “Negociar con una potencia que viola la Carta de la ONU con amenazas de fuerza no tiene sentido”, declaró el funcionario, quien subrayó que cualquier conversación debe realizarse en un marco de respeto mutuo y sin condiciones de agresión.

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Redacción
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