En un contexto de creciente presión internacional y desafíos operativos en la guerra con Ucrania, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, expuso los desafíos de su armada y anunció una reforma. Durante una reunión en San Petersburgo, Putin detalló un plan de inversión de 8,4 billones de rublos (aproximadamente 87.000 millones de euros) destinados a modernizar y expandir la flota naval en la próxima década.

En este sentido, el mandatario subrayó que dicha iniciativa responde a la necesidad de adaptar la Armada a las nuevas amenazas globales y avances tecnológicos, incluyendo el uso de drones y sistemas robóticos. “En los últimos cinco años se han construido 49 barcos de diferentes clases. Desde 2020, se han introducido en la Armada cuatro submarinos estratégicos de la clase Borey-A y cuatro submarinos multipropósito Yasen-M”, afirmó Putin.
Además, explicó que “en los astilleros desde Kaliningrado hasta Vladivostok se está construyendo en serie buques de superficie y nuevos portamisiles submarinos”. El jefe de Estado ruso destacó que el 100% de las fuerzas nucleares estratégicas navales están equipadas con armamento moderno.
Entre los proyectos más relevantes se encuentra la construcción del buque anfibio Ivan Rogov, el mayor de su tipo en Rusia, capaz de transportar hasta 90 vehículos blindados y 15 helicópteros. Asimismo, se inauguró el submarino nuclear “Perm”, equipado con misiles hipersónicos Zircon, lo que refuerza la capacidad ofensiva de la Armada rusa.
Putin busca sortear los problemas en el frente con Ucrania
Putin también hizo hincapié en la necesidad de integrar todos los componentes de la flota, incluyendo grupos de buques submarinos y de superficie, aviación naval, tropas costeras de misiles y artillería, así como medios de apoyo. En esta misma línea, resaltó la importancia de desarrollar tácticas basadas en la experiencia adquirida en el conflicto ucraniano y de integrar todos los drones en un único complejo de reconocimiento.

Estas reformas se producen en un momento en que la Armada rusa enfrenta pérdidas claves en el Mar Negro y desafíos logísticos debido a las sanciones internacionales. La modernización busca no solo mantener la capacidad defensiva de Rusia, sino también proyectar su poder naval en un entorno geopolítico cada vez más complejo.
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