En un escenario regional marcado por incertidumbres económicas y tensiones ideológicas, el presidente de Argentina, Javier Milei, volvió a manifestar su intención de llevar adelante una reforma estructural del Mercosur. La cumbre bilateral con su par paraguayo, Santiago Peña, celebrada el pasado 9 de abril en Asunción, reforzó esta ambición al consolidar una alianza estratégica entre dos mandatarios que coincidieron en la necesidad de “modernizar” el bloque para adaptarlo a los desafíos de la globalización y la competencia internacional.

Milei, quien asumió la Presidencia Pro Tempore del bloque en enero de 2025, delineó una agenda de reforma que prioriza la apertura comercial, la reducción del Arancel Externo Común (AEC), la eliminación de trabas burocráticas y una mayor flexibilidad para que los países miembros celebren acuerdos comerciales por separado. De acuerdo a visión, el Mercosur dejó de ser una plataforma de integración efectiva y se convirtió en una barrera para el desarrollo de las economías regionales.

El respaldo de Paraguay resulta clave para los planes de Argentina

El respaldo de Paraguay resulta clave en esta estrategia. Santiago Peña, que ya expresó públicamente su adhesión a una lógica de libre mercado y cooperación regional pragmática, comparte con Milei la idea de que el bloque necesita “actualizarse” para no perder relevancia frente a otros esquemas como la Alianza del Pacífico o la proyección comercial de China en América Latina. La sintonía entre ambos fue evidente en Asunción, donde definieron una hoja de ruta común de cara a la próxima cumbre del Mercosur a celebrarse a mitad de año.

En la misma también se abordaron temas concretos de cooperación binacional que refuerzan su alianza, como la gestión de la Entidad Binacional Yacyretá – clave para la matriz energética de ambos países -, donde la sostenibilidad, la eficiencia operativa y la distribución equitativa de los beneficios fueron ejes clave de la discusión.

Asimismo, se destacó el avance del Corredor Bioceánico como una herramienta esencial para potenciar la infraestructura regional y la integración física entre los países del Cono Sur. Esta iniciativa, que conecta el Atlántico con el Pacífico a través del territorio paraguayo y del norte argentino, promete mejorar la competitividad logística y generar nuevas oportunidades comerciales para toda la región.

Milei y Peña coinciden con el tema Mercosur

Y con vistas a la próxima Cumbre del MERCOSUR, prevista para mediados de este año, Milei y Peña ratificaron su intención de coordinar posiciones y presentar una propuesta conjunta que promueva una reforma orientada a la modernización del bloque. Entre los puntos que podrían formar parte del debate figuran la reducción del arancel externo común, la flexibilización de los acuerdos extrarregionales y la eliminación de barreras internas al comercio.

Lo cierto es que los impulsores de esta reforma ven en el contexto global una oportunidad para repensar los esquemas regionales. En este punto, la postura argentina, que ciertamente se aleja de la postura tradicional seguida por los anteriores mandatarios, también encuentra eco en algunos sectores del empresariado que reclaman mayor competitividad frente a mercados emergentes.

Modificar estructuralmente el bloque sudamericano, ¿qué implica?

Sin embargo, cabe preguntarse: ¿Es posible una reforma del Mercosur como quieren Javier Milei y Santiago Peña? Para comenzar a responder este interrogante, resulta pertinente destacar que el camino hacia una transformación profunda del principal bloque regional no está exento de obstáculos. Primero, por una cuestión política: la falta de consenso entre los países miembros.

En este punto entra la cuestión del requisito de unanimidad, es decir, que cualquier cambio estructural que se pretenda llevar a cabo en el Mercosur debe contar necesariamente con el consenso de los cuatro Estados Parte (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), según lo establece el Tratado de Asunción. Esto implica que incluso un solo país puede bloquear cualquier intento de reforma.

Además, las asimétricas visiones políticas entre las naciones sudamericanas. Mientras Argentina y Paraguay muestran sintonía en avanzar hacia una apertura, Brasil mostró una postura de corte más conservadora, y Uruguay, aunque también resultó ser crítico del bloque, actúa con cautela y sin alinearse plenamente con Milei o Peña.

FocoUy

Y en este punto se destaca la visión divergente que existe entre Lula da Silva y sus homólogos regionales. El gobierno brasileño mantiene una concepción más proteccionista y gradualista de como debería desarrollarse el comercio regional, en contraste con la postura abiertamente liberal y desreguladora de Buenos Aires y Asunción.

Brasil, tradicional líder del Mercosur y la región, se mostró más reticente a avanzar en una flexibilización sin consensos previos. Lula apunta a una idea de comercio internacional que va de la mano de una mayor integración política regional. Esto quiere decir que su foco está puesto en una profundización de las relaciones comerciales y políticas entre los países de la región a través de, por ejemplo, el Mercosur. Y a partir de esto, piensa en la inserción en el tablero global, viendo en dicho bloque comercial el puente que colocará a las economías regionales en el comercio internacional.

Pero lo político no es lo único que dificulta los ambiciosos planes de Milei y Peña. En un segundo lugar, es posible mencionar otro obstáculo pero de tipo jurídico: la rigidez normativa y tratados fundacionales. Al respecto, el Tratado de Asunción de 1991 y los protocolos adicionales (como Ouro Preto) fijan reglas estrictas para las relaciones comerciales internas y externas. Modificarlos implicaría complejos procesos legislativos y diplomáticos en cada país.

Esto trae aparejado una dificultad para flexibilizar acuerdos extrarregionales. Actualmente, los países del bloque no pueden firmar acuerdos comerciales por fuera del Mercosur sin autorización unánime, lo que impide avanzar en tratados bilaterales como los que Milei o Peña proponen llevar adelante con Estados Unidos, por ejemplo.

Por otra parte, hablando en términos económicos, existen las presiones internas y el proteccionismo nacional. En países como Brasil y Argentina, algunos sectores industriales – especialmente el automotriz, el textil y el agroindustrial – dependen del arancel externo común y del acceso preferencial al mercado regional para competir y potenciar sus ganancias. Una apertura acelerada sin mecanismos de compensación puede poner en riesgo estas industrias frente a productos más baratos provenientes de otros países como China, India o el Sudeste Asiático, por citar algunos.

Del mismo modo, cabe mencionar que los desequilibrios estructurales entre las naciones son otro gran impedimento para Argentina y Paraguay. Las economías de los países miembros presentan distintos niveles de desarrollo y especialización productiva, esto complica la adopción de una política comercial común que apunte a ser más flexible.

Y por último, la falta de mecanismos ágiles de reforma: el Mercosur carece de instituciones ejecutivas fuertes que puedan implementar reformas rápidas o adaptarse dinámicamente a los cambios globales. Esto se suma a la ausencia de tribunales vinculantes eficaces que resuelvan las controversias comerciales de una manera más rápida, lo que desalienta una modernización institucional del bloque.

¿La propuesta de Milei y Peña verá luz verde?

Lo cierto es que, aunque la propuesta de reforma del Mercosur impulsada por Javier Milei y Santiago Peña encuentra cierto respaldo político, su concreción enfrenta obstáculos que limitan las posibilidades de una transformación estructural a corto plazo. Y pese a que el impulso reformista puede abrir el debate sobre el futuro del Mercosur, su viabilidad concreta dependerá de la construcción de consensos amplios, mecanismos compensatorios eficaces y una estrategia regional que pueda abordar los intereses de los países miembros.

Hasta ahora, un paso cercano a esta estrategia puede ser la reciente reunión celebrada en el Palacio San Martín, donde los cancilleres de los Estados Parte del Mercosur reafirmaron su compromiso con la unidad y modernización del bloque, en un contexto internacional desafiante. Se destacaron la necesidad de avanzar en la agenda interna y externa, y acordaron ampliar temporalmente la Lista Nacional de Excepciones al Arancel Externo Común así como discutir propuestas de modernización en el Grupo Mercado Común, de cara a nuevas reuniones ministeriales y la próxima cumbre presidencial del Mercosur en julio.

Indiana Ubelhartt
Licenciada en Relaciones Internacionales (Universidad Católica de Córdoba), con especialización en Negocios Internacionales (UNLZ) y Políticas Públicas (UNVM). Docente adscrita en las cátedras de Seguridad Internacional y Teoría del Estado (Facultad de Ciencia Polìtica y Relaciones Internacionales - UCC). Asistente de investigación en proyecto Redes de Gobernanza Metropolitana en Argentina y el mundo ( Facultad de Ciencia Polìtica y Relaciones Internacionales - UCC). Redactora en Escenario Mundial

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