La preocupación por una potencial invasión de China hacia Taiwán genera actualmente un escenario de conflicto complejo, que encierra, sin embargo, ciertas claves para facilitar su comprensión. La dialéctica entre China y Estados Unidos, la posición geoestratégica de Taiwán, y las repercusiones de esta disputa a nivel global, son algunos de los factores imprescindibles a la hora de indagar sobre esta crisis regional.
Taiwán, un aliado clave de Estados Unidos en Asia-Pacífico
La isla ocupa una posición estratégica dentro de la primera cadena de islas del Pacífico, anclando una red de aliados estadounidenses que va desde Japón hasta Filipinas. Si China lograra tomar el control de Taiwán, podría proyectar poder militar mucho más allá de sus costas, restringiendo las operaciones estadounidenses en la región y debilitando su capacidad para defender a sus socios.
Además de su relevancia dentro del ajedrez geopolítico entre EE.UU. y China, se suma el peso económico de la isla: Taiwán produce casi el 70 % de los semiconductores del mundo y alrededor del 90 % de los chips más avanzados. Una guerra interrumpiría esa producción crítica, provocando una crisis global en sectores que dependen de la tecnología, desde la automotriz hasta la industria electrónica. En otras palabras, lo que ocurra en el estrecho de Taiwán afecta no solo a Asia, sino al equilibrio mundial.

Poder militar y la expansión regional de China
La República Popular China considera a Taiwán un territorio secesionista que debe ser reunificada con el continente, por la fuerza si es necesario. Aunque Pekín nunca ha gobernado la isla, su política oficial sostiene que Taiwán forma parte indivisible de su territorio y ha incrementado su presión militar, económica y diplomática desde que el Partido Progresista Democrático, que rechaza el principio de “una sola China”, volvió al poder en Taipéi en 2016.
En los últimos años, China ha intensificado su campaña de coerción, conocida como “zona gris”, a través de maniobras militares alrededor del estrecho de Taiwán, ciberataques, presión económica sobre terceros países con vínculos con la isla, y bloqueo de espacios multilaterales. La propuesta china de unificar Taiwán bajo el modelo de “un país, dos sistemas” —similar al aplicado en Hong Kong— ha perdido toda legitimidad ante los ojos de la ciudadanía taiwanesa, que teme la pérdida de su democracia y libertades.

Créditos: Thomas Peter/Reuters
Riesgos globales: economía, tecnología y estabilidad
Un conflicto armado en Taiwán no solo tendría repercusiones regionales: podría desatar una crisis económica global de proporciones históricas. De acuerdo con estimaciones de Bloomberg Economics, una guerra entre China y Taiwán —especialmente si involucra a Estados Unidos— podría costarle al mundo alrededor de 10 billones de dólares, lo que equivale al 10 % del PBI global. Este impacto superaría ampliamente el de la pandemia de COVID-19 o la guerra en Ucrania.
Además del shock productivo, una guerra en el estrecho de Taiwán implicaría interrupciones en las rutas comerciales del Indo-Pacífico, sanciones cruzadas, volatilidad en los mercados financieros y una nueva ola inflacionaria. Todo esto contribuiría a una desestabilización profunda, con consecuencias políticas, económicas y sociales a escala global. Como señalan los analistas, el costo sería tan alto que el mayor incentivo para evitar el conflicto es precisamente su posible devastación.
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