La guerra con Rusia ha dejado en Ucrania un sistema energético golpeado y en constante amenaza de ataques enemigos, lo que ha llevado al país a considerar nuevas formas de obtención de energía. Actualmente, los 15 reactores nucleares de Kiev —seis de los cuales están bajo control militar ruso y operados por personal ucraniano— continúan funcionando, aunque son blanco de constantes bombardeos y ataques de drones rusos.
Un ejemplo clave ocurrió el pasado 14 de febrero, cuando un avión no tripulado (UAV) ruso con una ojiva de alto poder explosivo abrió un agujero en la cubierta exterior protectora de la clausurada central nuclear ucraniana de Chernóbil, provocando un incendio que ardió durante dos semanas. Debido a estos riesgos, Ucrania busca promover una nueva etapa de energía nuclear que le garantice un mayor suministro eléctrico.

Sin embargo, las preocupaciones sobre la seguridad de las centrales nucleares ucranianas (también advertidas por el Organismo Internacional de la Energía Atómica u OIEA) son cada vez mayores. A nivel internacional, los aliados de Ucrania consideran que el país debe optar por alternativas energéticas que otorguen mayor margen de maniobra y una seguridad de electricidad superior, sin exponer su infraestructura a amenazas constantes.
Ucrania alberga la mayor central nuclear de Europa, por lo que la expansión de la energía atómica resulta una opción natural para sus autoridades. Incluso el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, considera que fortalecer la energía nuclear es clave para alcanzar la independencia energética.
¿Por qué no nuclear?
Aunque los reactores existentes deberán seguir funcionando, diversos analistas sostienen que aumentar la inversión en energía nuclear es una estrategia errónea, especialmente si se busca hacerlo a un costo reducido porque podría acarrear consecuencias severas.
A pesar de la creciente apuesta global por la energía nuclear, Ucrania debería considerar opciones menos vulnerables. La Comisión Europea, por ejemplo, sostiene que la energía solar y la eólica son alternativas más viables para alcanzar soberanía energética y repeler los intentos rusos de incapacitar aún más la infraestructura eléctrica ucraniana.
Además, el costo de desarrollar nueva energía nuclear es significativamente más alto en comparación con los parques eólicos y solares terrestres. Del mismo modo, los plazos de construcción son considerablemente más largos: la edificación de un reactor nuclear o una central puede extenderse entre cinco a diez años.

Otro factor de riesgo radica en la intención de Ucrania de aumentar su capacidad nuclear sin una gran inversión, lo que podría llevar al país a adquirir reactores parcialmente construidos y abandonados hace años, como los Westinghouse AP1000. Más preocupante aún, el principal enemigo de Ucrania -Rusia- es el único país que actualmente construye centrales nucleares a gran escala y velocidad, ampliando constantemente su capacidad.
Dado el contexto geopolítico y los riesgos asociados, los analistas consideran que Ucrania tiene que diversificar sus fuentes de energía más que optar por ampliar la provisión nuclear. En un contexto bélico como el actual conflicto con Rusia, apostar por la energía renovable podría ser la mejor salida para Kiev y fortalecer su infraestructura crítica.
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