Durante los últimos días, Argentina se vio envuelta en una serie de decisiones controvertidas en el ámbito internacional, desde su rechazo a resoluciones en la Asamblea General de la ONU hasta su sorpresivo retiro de la COP29 en Bakú. Las críticas inmediatas hacia las acciones del Gobierno de Milei apuntan a que podría configurar una suerte de política exterior aislacionista, lo que lleva a cuestionar: ¿Qué implican estas decisiones y qué riesgos enfrenta Argentina en términos políticos y económicos?
En este sentido, durante el día de ayer, Argentina fue el único país en el mundo que votó en contra de la resolución sobre la prevención y eliminación de la violencia contra mujeres y niñas en la Asamblea General de la ONU, que fue aprobada por 170 países. Esto tuvo lugar tan solo pocos días después de su oposición a una resolución que buscaba proteger los derechos de los pueblos originarios. En ambas ocasiones, la postura del país se alinea con discursos y acciones que parecen contradecir principios universales de derechos humanos, alejándose de la mayoría de los Estados miembros de la ONU.
La tercera polémica se suscitó cuando Argentina votó contra el derecho de los palestinos a la autodeterminación, uniéndose a Estados Unidos, Israel, Nauru y Micronesia. Esta decisión, en un contexto donde la mayoría de las naciones respaldaron la resolución, refuerza la percepción de que el Gobierno de Milei está priorizando, además, alineamientos geopolíticos específicos.
Pero esto no es lo único, a estas votaciones se suma el retiro de la delegación argentina de la COP29. Mientras el cuerpo de representantes se encontraba en Bakú, recibieron una orden directa del Ministerio de Asuntos Exteriores de retirarse, así lo reveló la subsecretaria de Medio Ambiente argentina, Ana Lamas. Aunque todavía no se confirmó si esto implica también un abandono del Acuerdo de París, el posible trasfondo político apunta a una reevaluación de los compromisos climáticos del país.
En el marco del análisis sobre si Argentina se convirtió en un Estado paria dentro del sistema internacional, el investigador científico, Bernabé Malacalza, en colaboración con Juan Tokatlian, desarrollaron un trabajo de investigación mediante la creación de una encuesta que recopile datos sobre las decisiones de política exterior del Gobierno de Javier Milei que contradigan consensos, la Constitución Nacional, leyes o tratados firmados previamente por el país.
El objetivo de esta metodología apunta a mostrar cómo las decisiones políticas que se están llevando adelante en Argentina, desde reformas legislativas hasta acciones en materia de política exterior como las votaciones en la ONU y el retiro de la delegación argentina de la COP29, están desmantelando consensos históricos, compromisos internacionales y reconfigurando un nuevo posicionamiento del país sudamericano en el escenario global.
¿Qué riesgos enfrenta Argentina en términos políticos y económicos con estas decisiones?
Lo cierto es que estas acciones suscitaron críticas inmediatas, primero porque se cree que podrían repercutir negativamente en la capacidad de Argentina para establecer alianzas estratégicas. En términos de economía y comercio, los países que lideran las iniciativas sobre cambio climático y derechos humanos también son actores clave en el comercio y la inversión. Un distanciamiento de este tipo podría traducirse en la pérdida de oportunidades económicas, especialmente en un momento donde Argentina busca fortalecer su posición como exportador de recursos estratégicos como el litio o el cobre.
Desde el ámbito político, este distanciamiento podría erosionar su capacidad para liderar o influir en futuros debates regionales e internacionales. Además, si se piensa en término de alianzas estratégicas, Argentina corre el riesgo de perder – o ver más complicado – aliados tanto en América Latina y el mundo. La agenda climática es actualmente un tema prioritario en las principales económicas del mundo, particularmente porque los gobiernos abogan por una transición energética y economías sostenibles.
Pero, más allá de esto, también hay que destacar algo importante como el hecho de que estas decisiones podrían generar tensiones al interior del Mercosur, afectando directamente las negociaciones del acuerdo con la Unión Europea. Para los países europeos, la cuestión climática y los compromisos de sostenibilidad son elementos fundamentales en cualquier acuerdo comercial, y el aparente desinterés argentino en foros clave como la COP29 podría reforzar las ya preocupaciones sobre la falta de alineación de Sudamérica con los estándares ambientales. Esta postura no solo exacerba las trabas existentes en las negociaciones, sino que también podría dar mayor peso a las voces críticas dentro de la UE que abogan por condiciones más estrictas, incluso por la revisión o caída del acuerdo.
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