La reciente autorización del presidente estadounidense Joe Biden para que Ucrania utilice misiles balísticos ATACMS (Army Tactical Missile System) representa un cambio estratégico significativo en la guerra contra Rusia. Esta medida, anunciada tras meses de deliberaciones, permite a Kiev usar sistemas de largo alcance contra objetivos en territorio ruso, modificando la política previa de restricciones a las capacidades ofensivas de Ucrania. Si bien algunos expertos celebran esta decisión, persisten interrogantes sobre su impacto real en el campo de batalla y el riesgo de una escalada internacional.
El ATACMS, fabricado por Lockheed Martin, tiene un alcance aproximado de 300 kilómetros, mucho mayor que los sistemas de cohetes HIMARS que Ucrania había estado utilizando con un alcance limitado a 80 kilómetros. Esta ampliación de capacidades permitirá a las fuerzas ucranianas golpear infraestructuras militares rusas más allá de las zonas fronterizas. De acuerdo con el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), cientos de objetivos rusos potenciales están dentro del radio de acción del ATACMS, lo que podría dar a Kiev una herramienta clave para debilitar el aparato militar del Kremlin.
No obstante, el impacto de esta medida podría ser limitado debido a la escasez de misiles ATACMS en el arsenal estadounidense. Ucrania ha recibido solo un número reducido de estas armas, y las reservas de Estados Unidos también son limitadas. Esto plantea desafíos logísticos y estratégicos para sostener cualquier ofensiva prolongada.
Rusia ha estado al tanto de la posibilidad de esta autorización durante meses, lo que le permitió reubicar activos estratégicos, como su aviación militar, para mitigar los posibles impactos de los misiles balísticos. No obstante, el uso de ATACMS podría alterar el equilibrio moral en el frente.
El debate sobre la escalada de la guerra no es exclusivo de Estados Unidos. Otros países, como el Reino Unido y Francia, han proporcionado misiles de largo alcance, como los Storm Shadow y SCALP, con un alcance de más de 250 kilómetros. Esta cooperación internacional pone de manifiesto la unidad de las naciones occidentales para apoyar a Ucrania, aunque también refleja su preocupación por evitar una escalada descontrolada. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, ya advirtió que esta nueva entrega de armamento representa una “escalada de las tensiones”.
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